Real, Ilustre y Venerable Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias. CUENCA.
Real, Ilustre y Venerable Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias. CUENCA.

Imagen de Nuestra Señora de las Angustias

Ntra. Sra. de las Angustias en el Taller de Marco Pérez

BREVE RESEÑA HISTÓRICA:

 

La Semana Santa de Cuenca, desde el mismo 1939, anhelaba recuperar sus tradicionales procesiones en plenitud lo antes posible, dando carácter prioritario a poder contar de nuevo con tallas e imágenes que vertebraban de forma especial los desfiles de penitencia, ya fuere por la enorme religiosidad que despertaban en el pueblo conquense determinadas advocaciones, por la participación nazarena asociada a ellas o por su presencia casi inmemorial en el recuerdo de las gentes de cuenca.

Por todos es sabida la importancia que tuvo la voluntad reconstructiva de personas con nombres y apellidos concretos, que volcaron su esfuerzo en ello, actuando ya en 1942 como Junta de Hermandades o Cofradías oficiosa. Pero mucho tuvo que ver igualmente la decidida implicación y firme voluntad del ayuntamiento de colaborar decididamente en este empeño. Buena muestra de ello, fue el acuerdo al que llegaba en 1940 con  Luis Marco Pérez -artista ya muy destacado en el panorama nacional- al cual le era concedida una subvención para ejercicios sucesivos con el propósito de que cada año realizara un nuevo paso procesional para la Semana Santa.

Curiosamente, fue el propio Marco Pérez a finales de 1941, el que ofreció al ayuntamiento la realización de una nueva talla de La Virgen de las Angustias por un importe de 10.000 pesetas. La propuesta fue bien acogida por la Corporación Municipal, con D. Jesús Merchante como alcalde, de tal forma que días más tarde, el acuerdo quedaba plasmado en acta de sesión extraordinaria del pleno municipal.

La nueva talla debía presentar una iconografía similar a la existente hasta 1936, encargada por Sixto Martínez-Rozas Pérez Malo al escultor barcelonés Tomás Marqués Casola. Una talla que durante su presencia en los desfiles de preguerra fue considerada de las mejores que desfilaban en los cortejos capitalinos. El programa oficial de 1936, en referencia a la procesión “En el Calvario” y las tallas que en él participaban, recogía... “La escultura de la Virgen, de propiedad particular, restaurada discretamente, es de lo mejor que poseemos, no sólo por ser talla completa, sino por la gracia de sus líneas”.

Luis Marco Pérez, con posterioridad al encargo de la talla de María con Cristo Muerto en su regazo -conocida popularmente hasta 1936 como “La Piedad”- y ya en el mes de junio del año 1942, remitía escrito al consistorio donde mostraba lo insuficiente de la subvención  de 10.000 pesetas otorgada como precio de la obra, por no cubrir con ella el coste del trabajo desarrollado y los materiales, a la vez que ponía a disposición de la institución la obra de La Virgen de las Angustias, dando a entender que se encontraba ya finalizada.  También es cierto, que la genialidad del escultor con la gubia, no encontraba proporcionalidad con su manejo de las finanzas. Rogaba que la comisión gestora constituída al efecto, procediera a incrementar esta cifra en la cantidad que considerase oportuna y justa. En las actas municipales se recoge:

 

"...acordándose por unanimidad y como reconocimiento del valor artístico de la obra referida y abundando en las razones expuestas por el Sr. Marco Pérez, quince mil pesetas, por su valiosa obra, en lugar de las diez mil primeramente fijadas, con lo cual queda contraído a su favor la totalidad del crédito para Paso de Semana Santa, que figura en el vigente presupuesto, habiéndosele satisfecho cinco mil pesetas, a cuenta y contra el presupuesto municipal de 1941".

 

Queda claro, que el ayuntamiento de Cuenca, con este incremento, agotaba el crédito previsto para 1941 con destino al compromiso suscrito con el escultor.

En el ecuador de 1942, la actividad reconstructora y restauradora en la ciudad continuaba el camino emprendido desde 1940. La capilla de la Patrona de la ciudad, la Virgen de la Luz, quedaba rehabilitada en estas fechas y acogía ya la pequeña imagen morena de una Virgen en piedra de origen desconocido, si bien algunos aventuran pudo ser cabeza de matrona romana de una de las esculturas que flanqueaban el puente de entrada a la ciudad desde la capital del reino muchos siglos atrás.

Hace escasos días que las torres de la ermita que la cobija, vuelven a contar con campanas y las obras de restauración de la fachada comenzarán en breve.

El Parque de Canalejas -hoy de San Julián- sustituía el cerramiento de altura que lo enclaustraba por una barandilla baja y bancos de piedra en rededor suyo. Carretería se cubre de terrazas amables que anuncian la llegada del buen tiempo, mientras algunos jovenzuelos transportan al hombro, por encargo, barras de hielo que en establecimientos y hogares sofocarán el asfixiante calor que ya se anuncia.

Las campanas de la ciudad, con puntualidad alemana tocan recordando la hora del Ángelus. Es mediodía. El altavoz instalado en los cafés Colón y Martina permite a los viandantes escuchar la información de la radio local de RNE, Radio-Cuenca.

La Comisión de Festejos del Ayuntamiento de Cuenca ya se ha reunido para organizar las próximas fiestas en honor a San Julián. El arquitecto Valcarcel, responsable de las obras de reconstrucción de la fachada de la Catedral, anuncia que muy pronto se verán culminadas, al menos en su parte gruesa, por lo que en breve, se iniciarán las tareas de desmontaje de los andamiajes que han mantenido presa la seo durante décadas. Los conciertos nocturnos de la Banda Municipal de los jueves y sábados en el parque de Canalejas ya han dado comienzo con el maestro Calleja al frente. El reloj de Mangana recobraría la luz pocas semanas más tarde. Siempre es noticia en la prensa local el ir y venir en estos años de los voluntarios conquenses de la División Azul. En estas fechas concretas de junio de 1942, se celebra en la ciudad el retorno de los camaradas Barreda, Rolanía y Lozoya; este último, Secretario de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias algunos años más tarde, maestro de profesión.

El afamado periodista Luis Martínez Kleiser, vocero incansable de la ciudad en los medios periodísticos nacionales donde asiduamente viene interviniendo desde hace lustros, es nombrado por la Excma. Diputación Cronista Oficial de la provincia. El pleno municipal remitía solicitud de autorización al Ministro de la Gobernación para modificar la denominación de un buen número de calles. El proyecto que pretende repoblar los cerros que rodean yermos la ciudad, para convertirlos en frondosos pinares, arranca en estos momentos. Los actos litúrgicos, los novenarios y procesiones de una u otra índole se sucedían en la ciudad casi de forma ininterrumpida durante todo el año.

El 25 de junio, el periódico local de la prensa del movimiento, “Ofensiva”, recogía en los breves de su crónica local: “Don Luis Marco Pérez ha terminado recientemente la imagen de la Virgen de las Angustias que ha de salir en la procesión del Viernes Santo. Al objeto de preparar su traslado a esta capital y entrevistarse con la Junta de Cofradías, llegó procedente de Madrid”. El mismo día que el consistorio aprobaba la ampliación de subvención por esta talla a Marco Pérez hasta las 15.000 pesetas.

Mientras tanto, también la Junta de Cofradías, oficiosa pero infatigable, continuaba su labor centrada en recabar ingresos por todas las vías posibles, y el 12 de julio, celebraba en la plaza de toros un festival a cargo de La Gran Compañía Nacional de Circo a precios populares. El 9 de agosto, nuevamente convocaba al público conquense también en el coso taurino con un nuevo y diferente festival.

Un mes más tarde, el 25 de julio, la imagen de Nuestra Señora de las Angustias llegaba a Cuenca, siendo depositada y expuesta en un primer momento en la Iglesia de San Antón, que sería su destino como templo de culto durante todo el año por deseo y condición expresa impuesta por el entonces alcalde D. Jesús Merchante.

La sensación que causó la obra levantó tanta emoción y satisfacción en los conquenses, que el propio “Ofensiva” se sumaba al rosario de loas que trajo consigo la contemplación de tan delicada belleza:

 

"Desde el próximo Viernes Santo, la procesión de las once de la mañana, mostrará la más artística imagen de nuestra provincia, porque sin género alguno de duda es esta Virgen de las Angustias la mejor obra que ha hecho nuestro insigne paisano”.

 

Nunca sabremos que llevó a Marco Pérez a dar prioridad a esta obra y plantear el ofrecimiento al ayuntamiento de crearla, pero sí conocemos de su propia voz, que siempre fue la talla, junto con San Juan Evangelista, de la que más orgulloso se sintió.

 

Tras varias semanas de exposición al público y con la llegada de las Festividades de San Julián a comienzos del mes de Septiembre, la talla de Nuestra Señora de las Angustias es trasladada a la Exposición de Arte y Artesanía que se ha previsto en colegio conocido como “Grupo Escolar Calvo Sotelo”, donde permanecerá expuesta junto a la recientemente llegada imagen de Cristo Yacente, dependiente del Muy Ilustre Cabildo de Caballeros y Escuderos de Cuenca -obra con cargo al presupuesto de 1942- y diferentes obras menores de la artesanía local. Fueron las dos únicas piezas de escultura presentes. En la misma muestra, también se pudo conocer el proyecto realizado por el arquitecto municipal Fernando Alcántara como propuesta de urbanización y reforma arquitectónica de la ciudad, en la que se recogía la instalación de los nuevos juzgados en la antigua Iglesia de Santo Domingo, la construcción de diferentes bloques de viviendas protegidas y el diseño de un monumento a los caídos.

Lo cierto es que aquella exposición, que no era la primera ocasión en que se organizaba coincidiendo con las fiestas locales, fue muy criticada por la falta de calidad en sus contenidos, salvando la presencia de tan magníficas tallas con destino a la próxima Semana Santa de 1943, y su escasa e improvisada organización: “...Se ha pensado en hacerla y en veinticuatro horas se ha montado todo...”. La crónica periodística recoge: “... Otra sala con los dos últimos pasos de la Semana Santa, un pasillo con muchas cosas, planos de arquitectura, acuarelas, óleos, fotografías...

A mediados del mes de septiembre de 1942, el ayuntamiento encargada a Marco Pérez la talla del Santísimo Cristo de los Espejos.

La presencia de Nuestra Señora de las Angustias en la ermita de San Antón, se limitaba a ocupar el espacio vacío que la arquitectura de la iglesia -a modo de capilla- permitía frente al altar mayor. El ayuntamiento, acordaba en sesión municipal del 24 de marzo de 1943, aprobar el pliego presentado por José Bieto Masip para la construcción del altar de la imagen en la ermita de Ntra. Sra. de la Luz; el mismo que un año antes se encargó de reconstruir el altar de la capilla del Cabildo de Caballeros y Escuderos en la parroquial de “El Salvador” entre 1941 y 1942. La institución municipal había acordado semanas atrás sacar a concurso este proyecto y sufragarlo íntegramente, imponiendo una única condición a la cofradía mariana: La imagen de Nuestra Señora de las Angustias debería venerarse en esta ermita todo el año. Este empeño de Merchante, como alcalde de Cuenca, pone de manifiesto la importancia que para el culto entrañaba que en esta iglesia de titularidad municipal, quedara establecida la sede canónica de una imagen cuya devoción y visitas diarias de devotos y devotas había aportado al templo una actividad inusual desde su llegada.

 

La Junta Provincial de Turismo finalizaba el año con la convocatoria del concurso de carteles anunciadores de la Semana Santa de 1943, dotado con un único premio de 500 pesetas, debiendo las obras presentar un formato de 62 cm de ancho por 100 de altura, pudiendo emplearse hasta cuatro tintas planas. La entrega del premio al artista ganador debería realizarse no más tarde del 6 de enero del año próximo.

Se editaron en 1943 mil quinientos carteles con un coste de imprenta de 2.000 pesetas. Los programas de mano, que sorprendieron por su calidad y diseño, estuvieron disponibles en los días previos al comienzo de la Semana Santa de aquel año.

La comisión de festejos organizadora de las próximas celebraciones religiosas, la integraban el Delegado Provincial de Educación Popular, Sr. Chavarri; un diputado provincial, D. Conrado Castellanos en esta ocasión, y un concejal, D. Antonio Merchante. A la misma, asistían igualmente como invitados por ser parte implicada, el Presidente de la Junta de Cofradías, el Regidor del Frente de Juventudes, el Jefe de la Obra Sindical “Educación y Descanso”, y los empresarios del Teatro Cervantes y del coso taurino.

Con actividad y amor nuestra Semana Santa se va reconstruyendo, mostrando nuevos pasos cada año, esas obras del arte religioso que los actuales imagineros, consagrados ya en sus fecundas vidas, dan a las hermandades y cofradías para contemplar las cinco procesiones que Cuenca tenía y fueron destruidas.

Pero además, la Semana Santa de este año se ha de completar con los festejos profanos que la Comisión dependiente de la Junta Provincial de Turismo prepara.

El concurso de arada... También se proyecta una fiesta taurina como inauguración de la temporada; conciertos por la banda de música que la Junta de Cofradías ha de traer, y otros varios...

...Si queremos llamar la atención a la cooperación de todos los conquenses, especialmente a los que más directamente pueden actuar, ya sea en la dirección o en la aportación económica, para que secunden las iniciativas de las Autoridades y Jerarquías que con todo entusiasmo desean que la Semana Santa de Cuenca, desde este año, tenga el rango y la solemnidad que en otros años tuvo”.- Diario Ofensiva de 7 de marzo de 1943.

Ciertamente, el esfuerzo era denodado en aquellos años por dotar a las procesiones pasionales del esplendor y boato con que se celebraban pocos años antes. La Semana Santa de Cuenca contaba ya en este año con veintiún pasos, siendo obra de Marco Pérez más de la mitad, distribuidos en cinco procesiones. La Celebración conquense por excelencia aspiraba a volver a ocupar el hueco que tiempo atrás ocupó en el panorama de las celebraciones pasionales en España.

La Semana Santa de 1943, se desarrolló bajo los imperativos de la lluvia, especialmente los días de Miércoles y Jueves Santo. En la primera, su interrupción por esta causa hizo que su paso por Carretería se demorase a un horario inusual para esta procesión. El Jueves Santo, el cortejo arrancaba a las seis y media de la tarde de la ermita de San Antón, y en su ecuador, se suspendía temporalmente a causa de la lluvia incesante que cayó sin contemplaciones durante más de una hora.

La de la madrugada, retrasaba su llegada en exceso, y la prensa local, se refería ya en aquel entonces, a una de las facetas de este desfile que más daría que hablar en próximos años:

 

...No queremos hablar del final que ha tenido esta procesión porque juzgamos que ciertas expansiones, quizás disculpables, se salen del marco severo que nos caracteriza y es la base de la propaganda...

...La cuadrilla de judíos que representa  al pueblo deicida en la procesión de las seis es hoy una turba heterogénea e incolora. Siempre fue este grupo compuesto por personas de carácter en el mundillo popular de la ciudad: Las turbas de judíos llenaban un lugar que convendría llenar con sucesores del mismo matiz, eliminando a los señoritos o estudiantillos que inapropiadamente intentan hacer de comparsas...

 

Con todo ello, la procesión “de las once”, como era conocida popularmente, partía con dos horas de retraso. Era día de estreno, y por primera vez, la faz de Nuestra Señora de las Angustias contemplaría a las gentes que le rinden culto en su primer recorrido por las calles de Cuenca. Fue este desfile el que fue capaz de convocar a mayor número de espectadores durante todo su trayecto, destacando de forma muy especial su tránsito por Carretería.

 

...Entre las andas buenas que salieron, los elogios más merecidos son para las finas tallas de las que lleva la Virgen de las Angustias...”.- Ofensiva de 25 de abril de 1943.

La procesión que ponía broche a toda la Semana Santa, la de “El Santo Entierro, en la que se daba cita toda la representación institucional de la ciudad -autoridades civiles, militares y religiosas- recorría su camino cobijada por las miradas de respeto ante la presencia de Dios Muerto. Obra de Marco Pérez que por primera vez, como ya antes adelantábamos, se exponía a la veneración pública en la calle durante la Semana Santa.

El conjunto, flanqueado por seis guardias civiles y sobre unas improvisadas andas que sólo fueron utilizadas en este primer año, a las que se pretendió dar un aspecto más decoroso mediante el empleo de un terciopelo negro a modo de baldaquino, fue capaz de sobrecoger el sentimiento de las gentes de Cuenca a su paso.

Un año más tarde, el Cabildo de Caballeros y Escuderos de Cuenca aprobaba nuevos estatutos, donde se regula de forma clara el funcionamiento de la Congregación de Nuestra Señora de la Soledad y de la Cruz. Ésta se compondría de la camarera, familiar directo de Caballero Capitular; las niñas y niños pasionarios en un número de seis y doce respectivamente, igualmente siempre hijos o hermanos de Caballeros Capitulares; los heraldos de la fama; los heraldos de armas; la guardia pretoriana; el portaestandarte; los banceros y el nuncio cobrador. Junto a todos ellos, aquellas personas que de forma discrecional considere el Cabildo de Caballeros, ya sea por destacar en su piedad, o colaborar o haber colaborado de forma encomiable con dicho Cabildo.

En estos primeros años de absoluta refundación de la Semana Santa, y hasta la incorporación en 1960 de la nueva imagen de Nuestra Señora de la Soledad y de la Cruz, realizada en Camarena (Toledo) por la escultora Dña. María Alonso López , con un coste de 10.000 pesetas, vino desfilando una talla de la Virgen salvada de los desastres de la guerra civil en Cuenca, y que perteneció al conjunto escultórico de “El Descendimiento”, realizado por el escultor catalán José Quixal en 1902 -a excepción de la talla de Cristo de mayor antigüedad-, todas de vestir, por un precio de novecientas veintinueve pesetas. La talla recibía el nombre de “Mater Dolorosa” dentro de la escena pasional que plasmaba el grupo escultórico. La talla, junto con las restantes, fue modificada tras su entrega a la hermandad del Santísimo Cristo de la Salud por su excesivo peso, modificando su busto, que pasó a ser de varillaje para aliviar el esfuerzo de los banceros.

La circunstancia de que todas las imágenes, a excepción del crucificado, se guardaran en casas particulares tras el desfile procesional, permitió que esta talla de la Virgen subsistiera a los fragores incendiarios  acontecidos en los primeros días de la Guerra del 36. Tras desfilar como Dolorosa en la procesión En el Calvario acompañada de nazarenos de la hermandad de El Descendimiento hasta 1944, un año más tarde, y con la llegada del monumental grupo de Marco Pérez, pasa a integrarse en la procesión del Santo Entierro, recibiendo del Cabildo de Caballeros 500 pesetas como anticipo del precio pactado en concepto de compra.

Desde 1960, se pierde la pista y paradero de esta imagen que durante quince años fue portada a hombros de banceros de la Congregación de Nuestra Señora de la Soledad y de la Cruz.

 

                                                                             José Manuel Vela Velasco

Paso de Cristo Descendido

El 27 de junio de 1975, en junta general extraordinaria, la Cofradía acordaba incorporar un nuevo paso procesional, que representase el momento en que Cristo ya ha sido desdendido de la Cruz. Habría de lllevar el nombre de Cristo Descendido. El objetivo era recuperar una iconografía que ya existiera con anterioridad a la Guerra Civil del 36.

El conjunto debería estar compuesto por cuatro figuras: Cristo yacente, la Virgen, San Juan y María Magdalena. Es encargado a Marco Pérez.

Sin embargo, el resultado no es el esperado, por lo que transcurridos pocos años, se comienza a trabajar en su sustitución por un nuevo conjunto.

 

El 6 de abril de 1986, se toma el acuerdo de que sea Vicente Marín Mohorte el escultor encargado de realizar las nuevas tallas.

 

Lo cierto es, que las conversaciones estaban ya muy avanzadas cuando se celebró la junta general del mes de abril. De hecho, un mes y medio más tarde, el 24 de mayo, a petición del escultor conquense Vicente Marín, se personaron en su estudio los miembros de la Junta de Diputación Luis Villanueva, Timoteo Martínez, José Miguel Segovia, Fernando Urango, Antonio Martínez y Julián López.

Marín había terminado en barro la figura de Cristo y tenía especial interés en que la conocieran los directivos de la cofradía. El modelo diseñado gustó y esto llevó a mantener ya una reunión con el Presidente de la Junta de Cofradías, D. Santos Saiz que tuvo lugar esa misma tarde a las siete y media en la Iglesia de El Salvador. Allí, se le expusieron las pretensiones de la Cofradía, manteniendo una larga reunión en el despacho parroquial, concluyendo que procedía, una vez firme la hermandad en sus aspiraciones, remitir escrito a la Junta de Diputación de la Junta de Cofradías, para su aprobación estatutaria preceptiva.

Veinte días más tarde, a las a las siete y cinco de la mañana, se le hacía entrega a D. Santos Saiz del referido escrito, enriquecido con diversas fotografías de la propuesta de Vicente Marín, así como la maqueta que también planteó el escultor Octavio Vicent.

El día 17 de aquel mes de junio, Santos Saiz contactaba telefónicamente con un directivo para preguntarle cuándo sería posible ver la maqueta completa de Vicente Marín, pues tenían intención de que una representación de la Junta de Diputación de la Junta de Cofradías se desplazase hasta su taller para emitir un juicio acerca de la misma. Así mismo, anunciaba que una vez girada la visita, entregaría al vicesecretario de la Junta de Cofradías y Mayordomo de la hermandad, D. Luis Villanueva, informe para hacerse llegar a la Comisión Diocesana de Patrimonio y otro similar que tendría como destino los representantes de las diversas hermandades que componen la Junta de Cofradías, para un dictamen posterior definitivo.

Luis Villanueva se encargó de dar satisfacción a todas las peticiones planteadas por el Presidente de la Junta de Cofradías.

Algunas jornadas más tarde, se llegaría a cuestionar la presencia del apóstol amado San Juan en el nuevo proyecto, incluyendo en su lugar sendas imágenes que representaran a José de Arimatea y a su compañero Nicodemo.

La Comisión Diocesana de Arte, se  mostró proclive a la inclusión de José de Arimatea en la escena procesional, pero no la de Nicodemo, prevaleciendo siempre la de San Juan Evangelista. Ésta, dicta pronunciamiento sobre este particular:

“La Obra dentro del relato evangélico de San Juan Evangelista, donde dice que José de Arimatea pidió el cuerpo yacente de Cristo, al ser autorizado el propio José de Arimatea y su compañero Nicodemo, su protagonismo se ciñó a bajarlo de la Cruz y colocarlo en el sudario, posteriormente nada se sabe más sobre estos dos nobles hombres.

Al no poder incluir en el grupo escultórico por razones varias la imagen de alguno de estos dos hombres, prevalece de una manera intacta la imagen del Apóstol y Evangelista San Juan, pues su protagonismo a lo largo de la Pasión de Cristo, de todos es sabido, fue de una manera constante.

Al mismo tiempo, la imagen de José de Arimatea o Nicodemo dentro de los pasos de la Semana Santa solamente se demuestran en la escenografía del paso de El Descendimiento, donde estos dos justos varones tuvieron parte activa; por el contrario San Juan Evangelista aparece en todas las escenas de la Pasión del Señor, por lo tanto creemos insustituible la presencia en el grupo escultórico de El Descendido la imagen del Apóstol y Evangelista Juan.”

Para la aprobación definitiva del nuevo paso de Cristo Descendido, la Junta de Cofradías celebró una Junta Extraordinaria de Diputación en fecha 26 de junio. Ese fue su único punto del orden del día.

La votación, que arroja un resultado de 13 votos a favor y 2 en blanco. Tras un breve informe por parte de la Cofradía de la Virgen de las Angustias donde se daba cuenta de cómo se pretendía acometer la financiación, se dio por finalizada la asamblea.

 

Un año más tarde, el 7 de Julio de 1986 se firmaba el contrato de encargo del nuevo paso procesional que habría de tallar D. Vicente Marín Mohorte. Un conjunto compuesto de cuatro figuras – Cristo Yacente, San Juan Evangelista, María Magdalena y la Virgen- según la maqueta presentada en su día, todas ellas realizadas en madera de abedul. Se fijó un precio final de 3.500.000 pesetas, de las cuales se habían entregado ya 350.000 pesetas un año antes, concretamente el 15 de junio de 1985, para que pudieran dar comienzo los trabajos acordados. La cantidad restante, se habría de satisfacer a razón de medio millón de pesetas anuales en años sucesivos en el último cuatrimestre de cada ejercicio.

Finalmente, se excluyen del contrato los trabajos de policromía, corriendo de cuenta de la Cofradía, si bien se contará con el asesoramiento del autor de la obra.

Era tal el temor de la Junta de Diputación a poder obtener un resultado decepcionante de nuevo tras ver los trabajos finalizados, que se incluyó una cláusula, la sexta del contrato, en la que se recogía de forma expresa, que en caso de que el resultado final no fuera del agrado de la hermandad, ello podría ser causa de rescisión del acuerdo firmado.

La propiedad no sería de la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias hasta que no se hubiera satisfecho el último de los pagos fijados.

La policromía corrió a cargo del Taller de José Antonio Martínez, de Horche (Guadalajara), fundado en 1942. Los trabajos se contrataron el 22 de noviembre de 1987, y debían estar finalizados el 15 de marzo de 1988. El contrato recoge explícitamente que “la policromía se hará en tonos y calidad de El Descendimiento que tenemos que restaurar en estas mismas fechas. El acoplamiento y colocación a las andas, se encargará de hacerlo el escultor. La fecha de entrega se cumplirá salvo causas de fuerza mayor como accidente, enfermedad, robo o incendio”

Al final, el montante económico que supuso el encargo del nuevo paso para la Cofradía, ascendió a una cifra nada despreciable. Junto a los tres millones y medio de pesetas de las tallas, se acumulaba el importe de la policromía, que ascendió a 450.000 pesetas. Y aún era necesario sumar el coste de banzos, andas y mano de obra, que aumentaba el total en otras 332.000 pesetas. Todo aquel proyecto, superó los cuatro millones doscientas cincuenta mil pesetas.

Así, Vicente Marín, a los treinta y seis años, concluía otra obra más para nuestra Semana Santa. Respecto de su última creación, comenta que el Cristo yacente iba en un principio más tumbado, pero decide elevarlo para ganar ángulo de visión. Ha pretendido que las figuras estorben la visión del conjunto lo menos posible. Están pintadas con temple y óleo y en su mayor superficie con acrílicos, que aportan cierto brillo. “Los grandes huecos que quedan sobre las andas, los debe resolver la hermandad a su gusto de cara al desfile”. Ofrecía además, con esta nueva creación, la novedad de un Cristo Yacente ligeramente reclinado, al que el espectador en las calles puede contemplar su rostro. La valoración crítica del público conquense, muy sensible a estas cuestiones estéticas, fue en general positiva desde el mismo momento de su presentación y bendición en la iglesia de Nuestra Señora de la Luz.

                                                                              José Manuel Vela Velasco

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