El 12 de diciembre de 2008, se entronizó a la Virgen de las Angustias en su nuevo altar de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Luz, en una ceremonia que estuvo marcada por la emotividad y el calor pastoral del prelado conquense D. José maría Yanguas.
Numerosos hermanos y publico se dieron cita en esta entrañable ceremonia que cuando menos significaba el cumplimiento de un importante anhelo en el seno de la Cofradía.
La Virgen de las Angustias presidía el altar mayor del templo, adornada con flores blancas.
Eran las seis y media de la tarde de aquel sábado 12 de diciembre, cuando se inició la Solemne Eucaristía. Junto al Obispo de Cuenca, el párroco de la iglesia, D. Ángel García Benedicto.
En la parte musical, repetía acompañando a la Cofradía de la Virgen de las Angustias el Coro de la Capilla de la Catedral, que tan buen sabor ha dejado en las últimas ocasiones que ha estado presente. Un elegido repertorio se pudo disfrutar a lo largo de toda la ceremonia.
Finalizada la misa, propiamente dicha, llegaba el momento de la bendición y entronización.
Para ello, previamente, D. José María Yanguas pasó a la Sacristía revistiéndose de nuevo para esta parte final de la cita que allí nos había reunido, tornando el color morado de su ropaje por el blanco. Salió de la Sacristía seguido del párroco, y tras ellos, el guión de la Cofradía, el Hermano Mayor y la Junta de Diputación. De fondo sonaba la coral entonando un Aleluya.
LLegados al nuevo altar de la Virgen de las Angustias, el Obispo de Cuenca rezó unas oraciones que fueron seguidas por los asistentes.
En ese momento, sobre unos pequeños banzos diseñados para la ocasión, ocho hermanos cargaron la talla de Nuestra Señora de las Angustias sobre sus hombros y, con paso solemne y cadencioso, se fueron aproximando. Todos rigurosamente vestidos con traje oscuro y atentos a las directrices que marcaba el capataz de banceros de la imagen titular.
La colocaron sobre su pedestal, que por un mecanismo diseñado con esta intención, puede ser extraído de la vertical del retablo, para más tarde, con la talla ya apoyada, ser desplazado hasta recuperar su posición natural bajo la cúpula dorada que cobija a María Santísima de las Angustias.
El prelado, apoyado sobre la dignidad de su báculo episcopal, bendijo la nueva gran obra arquitectónica. Se rezó la “Salve” a la Virgen. Y de nuevo, la música sacra, en forma de toda voces que abarcan toda la escala musical, puso broche a tan magnífico hecho en el seno de la Real Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias.
D. José María Yanguas felicitó efusivamente a los representantes de la hermandad y a cuantos hermanos allí se dieron cita, con la cercanía que le es propia.
Una nueva página de la historia reciente de la Real, Ilustre y Venerable Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias, quedó escrita aquella misma tarde. Una ocasión excepcional que renovó el compromiso de esta asociación pública de fieles con el culto y veneración a la Madre de Cuenca. Un recuerdo ya imborrable que vivirá para siempre en la retina de quienes allí nos dimos cita un sábado 12 de octubre de 2009.